Comentario pinturas rupestres - Jaén escondido

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Arte rupestre en las sierras de Jaén

Después de muchos análisis e investigaciones, aún es temprano para hablar de forma clara sobre la significación del arte rupestre y, especialmente, del estilo esquemático. Categorizar o asegurar la interpretación sobre este tema solo serviría para caer en la temeridad y no nos llevaría más lejos de lo que lo harían las puras conjeturas.
El estilo predominante en las distintas estaciones rupestres que se encuentran en nuestro ámbito geográfico provincial (especialmente en las sierras meridionales y orientales) es el que se denomina esquemático, muy frecuente al final del Neolítico y hasta principios de la Edad del Cobre. Este estilo se caracteriza por representar principalmente símbolos o imágenes, con rasgos y formas muy simplificadas, con detalles mínimos, pero suficientes para manifestar lo que sus autores quieren expresar o comunicar.
También están incluidas en el estilo esquemático aquellas representaciones imprecisas, así como algunas que poseen cierto grado de naturalismo.
De siempre se ha relacionado la simbología del fenómeno esquemático con las creencias religiosas o los rituales, sobre todo cuando se observan las pinturas que representan posibles figuras de ídolos o halteriformes, pero hemos de abandonar esta única justificación cuando vemos la gran diversidad de figuras representadas, totalmente ajenas a cualquier significación religiosa.
Sí es verdad que, muchos abrigos naturales donde aparecen las pinturas han servido a los chamanes como santuarios para realizar sus rituales, pero eso no quiere decir que todas las pinturas tengan que estar relacionadas con dichas prácticas.
En definitiva, la aparición de representaciones de todo tipo (religiosos, señalizadores, relacionados con actividades humanas, astronómicos, etc.) hace pensar claramente que la motivación del hombre de la prehistoria sobre este aspecto fue amplia y diversa.
No falta quien defiende que estas manifestaciones rupestres podrían responder a algo parecido a una protoescritura, pero esto es algo que está dentro del cajón de las hipótesis.
Aunque el estilo esquemático es el más frecuente en nuestras sierras, como hemos dicho, también está representado el estilo naturalista o levantino en muchos casos, además del ejemplo del estilo propio del paleolítico de la cueva del Morrón de Torres.
Este es un patrimonio, además de numeroso, muy vulnerable. Solo se ha visto perjudicado por los agentes meteorológicos durante milenios, dado que en su mayoría han permanecido inéditos hasta los años 1960-1970.
Se aprecian muchos casos de abrigos secundarios, en los que solo aparecen manchas o barras, probablemente indicando apropiación de recursos o territorios, o bien, intentando indicar la proximidad de otro abrigo principal con grupos pictóricos más complejos.
Existen teorías que defienden una evolución desde el estilo naturalista hacia el esquemático, en un proceso de tendencia hacia la simplificación en la representación de las imágenes. Otras teorías sostienen orígenes distintos para cada estilo, dándose ambas de forma simultánea en el tiempo. No falta quien mantiene la posibilidad de que la evolución ha sido inversa, es decir, del esquemático al naturalista.
El cada vez más afianzado sedentarismo en el Calcolítico, unido a la concentración humana que se produce en los poblados y, junto a éstos, una agricultura y ganadería más desarrollados hace que el hombre sienta menos necesidad de pintar en los abrigos, llegando así al final de la pintura esquemática y, por tanto, al abandono del arte rupestre en general.

Además de las pinturas, también podemos apreciar en muchos abrigos otras representaciones rupestres también con finalidad muy parecida a dichas pinturas, como son grabados de diversa morfología, cazoletas, etc.


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